Una epidemia del siglo XXI
Nueve millones de británicos se sienten solos con frecuencia o siempre. Hasta el 75 % de los ancianos viven sin nadie que les acompañe y 200.000 pueden pasar hasta un mes sin tener una sola conversación con un amigo o familiar. Este fue el diagnóstico de una comisión gubernamental que dio la razón a la OMS cuando, en el 2017, alertó de que el Reino Unido era el país europeo con un mayor índice de personas que se sienten solas. Dadas las dimensiones del problema, en enero del 2018, la primera ministra Theresa May creó el Ministerio de la Soledad.
Un problema social
En España, aunque las cifras son más bajas, la soledad se considera también un problema social. Y teniendo en cuenta que todo apunta a que todavía aumentarán más las personas con esta percepción, ¿sería conveniente seguir la iniciativa británica? «Realmente se ha generado un debate muy importante y en diciembre se aprobó en el Congreso una proposición no de ley para incrementar la sensibilización sobre la soledad no deseada y crónica de las personas mayores. Eso ha sido posible por todo lo suscitado por la creación de este ministerio que aúna iniciativas que también se desarrollan desde hace años en otros países, como el ‘Proyecto Monalisa’ (Francia)», asegura la psicóloga Regina Martínez.
En su opinión, la creación de un organismo da visibilidad al problema, pero no tiene por qué proponer políticas que mejoren la situación. Eso sí, en Gran Bretaña ya han dado algún paso importante, como en la prescripción social. «El médico que detecta que el paciente está o se siente solo, en vez de recetarle un medicamento para la depresión, le recomienda participar en actividades de socialización del barrio», explica. Medidas que, según Martínez, también se dan en España, como es el caso del ‘Proyecto Radars’.
Abordaje intersectorial
«Es un tema que ninguna profesión lo siente suyo. Está claro quién diagnostica y quién trata una enfermedad, pero la soledad, un tema muy psicológico, toca a muchos perfiles profesionales. Desde la trabajadora social hasta el cajero del súper –explica la investigadora Laura Coll Planas–. Las políticas de salud pública deben ser intersectoriales, porque tienen que ver con la salud, la vivienda, el trabajo o el bienestar social– y necesitamos que el abordaje esté claro».
Pone de ejemplo el urbanismo: cómo están dispuestas las calles o que haya o no bancos donde charlar puede facilitar o hacer imposibles las redes sociales. El asunto, añade la investigadora, no pasa por ser con-descendiente con los ‘pobrecitos’ que viven solos, sino por empoderarlos e impulsar un cambio estructural mayor.
Fuente: https://www.elperiodico.com/es/cuaderno/20190111/el-reino-unido-afina-el-ministerio-de-la-soledad-7240758